sábado, agosto 12, 2017

La salida del verano

A los tiempos que salimos de visitas. Y es que a 30 semanas no da la cabeza para pensar en qué hacer, pero habían ganas. Y miedo... así que algunos planes quedaron para el futuro, y decidimos no ir muy lejos.

Comenzamos la jornada en Narbonne, Au Bureau. Compartimos un plato de entradas variadas y cervecitas (la mía sin alcohol por supuesto), y continuamos con una hamburguesa que en lugar de pan, estaba armada entre dos croquetas de papa; servida con ensalada y papas fritas.

No hubo lugar para el postre.

Siguiente parada: la Abadía de Fontfroide. Hace 3 años que he querido ir y nunca la tuvimos "en el camino". Así que lo hicimos a propósito!  Construida inicialmente en la edad media y remodelada en varias épocas de distintos acontecimientos religiosos, queda poco aire de medioevo, pero conserva la mística.



Gatitos lindos ❤️

Este es el momento en que dije "esposo, constrúyeme una casa en piedra con una chimenea impresionante por favor!"





Esta foto me dio una idea de lo linda que debe ser la visita durante la primavera, que todos los jardines están llenos de flores... 

El paso del tiempo no logra borrarles la belleza ni a las esculturas ni las pinturas.

La iglesia




El dato más interesante de esta sala, es que los vitrales están hechos a manera de collage con fragmentos de otros vitrales de iglesias y monasterios que fueron destruidos durante los bombardeos en la 1era guerra mundial. No todos los fragmentos pertenecian al mismo templo, pero fueron pegados armoniosamente y son muy hermosos.

Este es el único lugar que está idéntico a como era en la edad media: la bodega. Los muros sonntan gruesos que la temperatura interior se mantiene fresca, lo que permitía una buena conservación de los alimentos. Hoy en día esta sala es alquilada para eventos.

Y estos son los jardines de rosas que deben verse maravillosos en primavera.  Tal vez un día regresemos en esa temporada. Y en esa ocasión visitaremos los otros jardines y terrazas a los que no fuimos hoy porque son de difícil acceso, no habían bastones disponibles y yo tenía la panza dura.


Luego emprendimos el regreso a nuestro "coin" e hicimos otra visita que veníamos postergando hace 3 años también.


Terra Vinea. Una antigua mina de gypsum, que ahora es parte de Caves Rocbère y que creo que mejor administrado sería un atractivo turístico "au top"!  Descendemos 80 metros, para encontrarnos con toneles y barricas de vino que descansan esperando su momento.


Y para que no se trate sólo de eso, hay como una especie de museo de la viticultura local, de lo que no tome fotos (mezcla de cansancio y vergüenza), mientras nos refrescamos un poco con los 16 grados centígrados constantes indiferente de la estación del año. Al final de la visita de aproximadamente una hora, hay una degustación de vinos de la cava y la obvia visita a la boutique, momento que aprovechamos para escapar y volver a casa.

Con dolor en cada músculo de mi cuerpo que estaba relajado hace 30 semanas, me despido hasta la próxima!

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