lunes, octubre 30, 2006

HE TOMADO UNA DECISION

Por: Diego Pérez Ordóñez

He tomado una decisión meditada: acabo de llegar a la conclusión de que no voy a votar por ninguno de los dos candidatos que han pasado a la segunda vuelta. Si bien se trata, como dije, de una decision meditada, no he quemado demasiado fósforo, no me he roto la cabeza pensando. Se trata de una decisión que me va a permitir dormir tranquilo. Es que nadie me puede exigir que vote por uno de los dos candidatos, nadie me puede acusar de irresponsable por no hacerlo.
Decidir no votar por los finalistas es una decisión comprometida con mis propios principios. Ninguno de los dos finalistas representa lo que pienso, ni personifica los valores políticos que considero indispensables: la tolerancia, la libertad, la solidaridad y la posibilidad de que el país se meta en el contexto internacional, por ejemplo.
Es más, pienso que los dos candidatos sintetizan a la perfección todo lo que está mal con la sociedad y con el sistema político ecuatoriano: el culto a la personalidad, el populismo denigrante, la intransigencia y el insulto de pacotilla. Por eso estoy convencido de que mi decisión tiene un profundo trasfondo ético. No voy a votar por uno o por otro bajo el pretexto de que fulano o mengano es el mal menor, de que uno es menos malo que el otro. No se trata de un voto antisistema. Se trata, por el contrario, de un voto en legítima defensa de mis convicciones. Se trata, más bien, de un voto de conciencia. No me siento en la obligación de votar por alguien con quien no comparto ideas, de cuyas opiniones o actuaciones no participo.
Me parece que uno de los candidatos, el señor Noboa, garantiza una agonía algo más lenta. Él y su partido (que es, no muy en el fondo, una filial o una subsidiaria más de un grupo empresarial) certifican la continuidad de las prácticas políticas de mala índole: las alianzas parlamentarias a cambio de las aduanas, de las compañías de telefonía pública o de tal o cual ministerio.
No voy a votar por el señor Noboa porque me da vergüenza ajena que haya gastado dinero a camionadas, a vista y paciencia de un TSE que está igual de podrido que todas otras oficinas públicas. Me niego a votar por alguien que ha llevado al populismo a sus más altos niveles de perversión, que ha confundido la solidaridad con la limosna, la ayuda que naturalmente debe prestar el Estado con la humillación, con la ofensa a la pobreza, con la dádiva del poderoso.
Me niego a votar por el otro candidato, el señor Correa, porque pienso que garantiza ideas políticas antiguas y añejas. Ideas que se basan en conceptos políticos volátiles y elásticos, como la soberanía, la dignidad, la patria y la altivez. Porque pienso que detrás de la fachada progresista de su candidatura se esconde un proyecto político autoritario, anticuado, basado más en el ego que en las ideas ajenas. Porque pienso que detrás de un proyecto supuestamente moderno está camuflado lo de siempre: el nacionalismo, el patrioterismo de tres reales y el integrismo religioso. Esta vez voy a las urnas decidido.
dperez@elcomercio.org

texto tomado de la página de opinión de diario El Comercio del domingo 29 de Octubre de 2006

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto hay que divulgarlo!