A veces se me pasan así los días, sin escribir, pero no es que no tenga nada que decir. Al contrario, a veces tengo tanto para decir que no sé por dónde comenzar.
Hoy voy a hacer un post un poco emocional, casi homesick. Conozco uno que otro ecuatoriano que después de vivir un tiempo fuera, regresaron al país, a mi parecer encandilados por la nostalgia. Y es verdad eso que publican, que el que se fue a vivir fuera es valiente, fue capaz de dejar todo eso y aquellos que ama y la la la; pero también hay mucho más que eso en cada historia. Creo que toma más valentía regresar.
Yo, en este cuerpo y espíritu de gorda, suelo sentir más nostalgia de la comida que del lugar en sí. Cuando hay comidas difíciles de conseguir, ahí deseo un poco tener mucho dinero para poder tomar un avión para dos días de... Digamos, cangrejada y colada morada (es la época, sino diría fanesca). Pero como hay comidas que si se consiguen, basta animarse en la cocina y sacarse la nostalgia. Yo hice esto
Lo que en realidad hizo fue que me pusiera nostálgica, por mi gente. La sopa de mi abuelita, que mi papi la hacía parecida y mejor, pero que no alcancé a probar. Y a los dos los extraño con mi vida! (Los 3 incluyendo a mi abuelito negrito lindo).
En fin, creo que el frío colabora un poco con este bajón emocional, al que no le voy a dar más cuerda. Este país es muy lindo también, la comida es deliciosa y me hacen sentir muy bienvenida.
Allez! Vámonos de aventuras.