El día sábado me levanté al escuchar un maullido, y no era de una de mis niñas. Así que bajé a investigar apenas me levanté y no vi nada. Regresé a preparar café, y ahí estaba de nuevo: miau miau!
Esta vez cuando abrí la puerta, al pie de las llantas del auto estaba esta pequeña adorable criaturita, muy asustada, muy hambrienta, muy sucia. Le ofrecí comida (de mis niñas), una vieja caja de zapatos con una toalla no muy suave y yo recibí a cambio un montón de ronroneos y una cantidad ilimitada de amor.
No consigo entender como ciertas personas pueden abandonar a tan inocentes animalitos. Sean gatos o perros, son tan incondicionales para amar, que más que un estorbo son maestros para los seres humanos.
Acogimos esta pequeñita por 4 días y le conseguimos un cálido hogar que le pueda dedicar la atención que merece (nos disculpamos profundamente por los celos de Rodriga!). Gracias por el amor, te amo más de lo que te imaginas! Dios te bendiga hermosa!
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